Por ley, ningún empleador puede impedirle a un trabajador que no se tatué o colocarse piercings, tampoco se puede condicionar el ingreso de una persona a un empleo a no tener tatuajes o perforaciones en el cuerpo. Especialistas en materia laboral aseguran que estos actos pueden ser calificados como discriminación y pueden tener repercusiones tanto administrativas como civiles.